viernes, 16 de septiembre de 2011

SOMBRAS

Ven a mí. Confía en mí... Escucha el canto de sirena que te promete la paz y el descanso. Yo puedo asegurarte que curaré todas tus heridas, y tú acabarás creyéndome... Sólo necesito que tu alma hambrienta de amor caiga en mis sutiles redes... Sí, sé prevenido, ármate de suspicacia si lo deseas, que acabarás cayendo en mi trampa... Te he elegido, así que no luches y abandónate. No seré yo quien te entregue cuerpo y alma, pero tú así lo creerás... Ven, amor, a mis brazos, que yo beberé de tu locura para apaciguar la mía, que yo saciaré mi sed de dolor en las estancias de tu mente torturada... Mira a tu alrededor, el mundo está hecho de sombras que te acechan, en mí hallarás aquello que aún no has conocido, el placer de consumirte en el fuego que recorre mis venas... No eres tú el culpable primero, pero estás en mi camino, y yo me resarciré de cada herida recibida por otros enhebrando agujas de celos en tu corazón, para que nunca descanses cuando yo esté lejos, para que tu boca pronuncie las palabras de devoción que hace tanto que necesito escuchar...

Mas no intentes usar tus armas contra mí, yo me he vestido durante mil años con la armadura del despecho, y nada pueden hacer tus flechas envenenadas en este corazón petrificado... Tus problemas me son ajenos, tus cariños me parecen debilidad, y tu mala suerte ineptitud, pero yo te consuelo y te comprendo como si aún fuera humana y dulce...

Ven a mí, necesito tu desamor y tu soledad para volver a reconstruirme, para volver a equilibrarme... Necesito que creas que te quiero, para que tú me quieras, necesito que creas que te necesito, para que tú me necesites, necesito que creas que muero por tí, para que tú mueras por mí, y abandones el campo de batalla tan malherido que mis heridas se restañen... Vierte tu sangre por mí, amor mío... Tengo sed, tanta sed...

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